Una tarde un sapo soñó que era viento. Y al día siguiente
dijo:
- No me gustó ser viento.
Soñó que era luciérnaga, y dijo al día siguiente:
- No me gustó ser luciérnaga.
Después soñó que era nube, y dijo:
- No me gustó ser nube.
Una mañana los sapos lo vieron muy feliz a la orilla del
agua.
- ¿Por qué estás tan contento? -le preguntaron.
Y el sapo respondió:
- Anoche tuve un sueño maravilloso. Soñé que era sapo.
Javier Villafañe