COMENTARIO
Los cineastas entrevistados respetan una serie de códigos
y funcionan, a su manera, como abanderados de una idea de
la verdad cinematográfica indeclinable. Pero hay muy poco
en común entre Reconstrucción de un amor y el cine de
Karostami, o entre Egoyan y Weerasethakul. Lo que los une
es una idea que integra tensiones (espacio- tiempo -
realismo - drama- verdad) en una síntesis que puede ser
superadora. Y es la idea de la Mirada. El cine es un arte
del tiempo y del espacio, es cierto, pero es uno que se
construye a partir de una serie de miradas entrelazadas,
interconectadas de manera secuencial. Y cuando esa línea
funciona de manera coherente (el ojo del cineasta, el de
la cámara, el de los actores, el del espectador), estamos
ante la revelación de una verdad cinematográfica.
Esa serie de miradas completan el operativo
cinematográfico e incluyen variables que no pueden
incluirse en la línea simplista del plano secuencia como
única fuerza y razón de verdad en el cine. Es por eso que
el cine del siglo XXI debe construir sus imágenes
superando ese tipo de dicotomías. Si la fragmentacion y
la multiplicidad de imágenes y estímulos forman parte del
mundo real tal como lo percibimos, ¿cómo puede hacer el
cine para refglejar esa realidad y analizarla, tomando a
la vez distancia crítica de los acontecimientos? ¿Cómo el
cine captura, atrapa y refleja un mundo al que solemos
acceder de forma cada vez más mediatizada, esquiva y
distante, sentados frente a los teclados de nuestras
computadoras?
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16 May, 2006.